Julio nació en Zárate, provincia de Buenos Aires, en 1943. Vivió hasta los 27 años en Villa Urquiza, Capital Federal. Actualmente reside en Los Polvorines, partido de Malvinas Argentinas. Estudió psicología, sin terminar la carrera. Desde hace más de 20 años enseña talla y escultura en madera. Coordinó varios talleres literarios y encuentros de escritores. Dirigió y editó revistas literarias y culturales: El arco, La banana magnética, El hiperpótamo y Precisiones. Integra el grupo cultural “La Jabonería de Vieytes”. Colaboró y publicó en: La Prensa, La Gaceta de Tucumán, Clarín, etc. En el año 1987 fundó ADEL (Asociación de Escritores y Lectores de General Sarmiento) y fue presidente hasta 1998. Cofundó Círculo 21 de Ediciones, editorial que publicó 32 libros de narrativa, ensayo y poesía. Publicó: Mi Lugar, poesía y relatos en colaboración (1978); Acerito, novela, Editorial Plus Ultra (1988); Lo que vendrá, nouvelle, Círculo 21 Ediciones (1995); Literatura activa y procesos comunicacionales, Antología de cuentos (2004). Obtuvo premios y menciones: 1er Premio Concurso Nacional de Cuento “Roberto J. Payró” (1978); 2º Premio y Mención Especial del Jurado por: “A juego y vida”, Fundación ARCIEN de Rosario, Concurso Nacional en 1979; 1er Premio en el Certamen Internacional de Cuento “Eduardo Mallea” organizado por la Fundación Carbide (1981) y Mención Especial en Premios Nacionales de Literatura 1985/1988 en 1992. Desde 1999 integra el Consejo de Redacción de la Revista OMERO poesía. En el año 2012, presentó “El lugar Humano”, plaqueta ediciones Omero libros. El 6 de noviembre de 2013 presentó “La canción de María Morena”, libro-cd,
Herramientas del escritor , lecturas y entrevistas , su voz: https://www.youtube.com/playlist?list=PLozpkFnZFLiIdgXpyZzyYQfliBXDkKV2j .
NEGRO TANGO
John Kennedy Casal es
negro uruguayo y cantor
Es gutura rítmica en sus
tamboriles genéticos
Es un instrumento de
carne que se revive
ungido por su don
templado al fervor de las llamadas
No usa muletaje
guitarrero
ni el chantear de las
palmas
El vino le enciende el
pico
mientras el sabor retinto
de la uva
se vierte en su memoria
No ruega otra copa
la trueca por otra
canción
Tango puro carajo
dice
tango charrúa
oriental y sin maridaje
No mendiga escenario
Dice
Mi tango viene del
refrite de los barrios
donde en los días
bochornosos
la gente baila vibra y
canta
porque se le canta
como se le cantó a don
Gervasio libertador
Porque se me canta
hermano
yo estoy aquí
Porque se me canta soy
negro libertario
y cantor
Porque se me canta
inundo mis cuerdas de
vino
pero compadre mamado
jamás
mi vino se termina cuando
mi
madre
me mira desde el adiós
Digamos
que es guapo hasta el olvido
de su cuerpo ensombrecido
Transita bodegones y comederos de todas cepas
Reconoce que mandó callar
a todos
en un restorán medio pelo
cuando paladeó repentino
´´Antiguo reloj de cobre
´´
dicen
que se enturbió su mirada
al rigor furioso de los
aplausos
Hombre de semipenumbras
cabeza con chambergo
ala baja y una pluma
blanca
donde va el pañuelo
Después
con el tiempo entre paréntesis
hinchado el pecho de
jugosanto
en la madrugada de los
ciegos
siente desde el adios la
mirada de su madre
negro y todo se retira a los aposentos
dice
donde lo esperan su negra
y su negrita
Largo y acompasado
canyengue natural
cargando su gola bronca
bronce exquisito con
verdín
se va como el tiempo
que nos parió encima
¡ Esa voz compañero ¡
esa voz cantando
´´La casita de mis viejos´´
Esa voz que se aleja
hasta perderse
dentro de un chorro
espeso de tinta
quedando la magia de su
sombrero
relumbrón blanco del más
allá
flotando sobre su voz
voz
saliendo tenue de la
negrura
embargadas sus glorias
resuena aún
después de la derrota de
la noche
cruzando el río sin
orillas
hacia su Montevideo de
plata
al que nunca
hermano
volverá
ULTIMO TANGO EN LA ENRAMADA
Rechiflados de rocío
de espaldas al amanecer
ella viborea atangada
el se obliga tanguistante
mejilla con mejilla
juntos en simismo
ellos tan solos – los últimos –
lustrando el piso de La Enramada
con el terciopelo de sus pasos
bailan sin hablarse
sin memoria ni futuro
bailan troileando el
presente
mientras el mundo decide
decide infinitas cosas
una voturé se detiene en la puerta
con dos cosos rajatablas
listos para quebrar
sopesan el momento
mostrando
descarados
el pavón de sus fierros
ella corrige con la destreza
de sus largas piernas
las vacilaciones que el alcohol
alienta en su compañero
el tango sigue en su queja
y en el estribillo
las dos getas acerando sus ojos
salen del auto
encarando hacia el salón
el tango trepa hacia su fin
el fuelle se abre inhalando
rozando su panza con el suelo
preparando su descarga
truenan varias veces
los fuegos secos de los chumbos
en el espacio hueco de la culpa
en el terreno del toma y daca
momento de nácar que fue piel
sobre tinta roja que se expande
recortando dos figuras congeladas
sobre el piso de parque
pero el tango
amigos míos
bordara en instantes la telaraña
de su transa con el tiempo y el olvido
luego habrá telón carmesí
luces que se apagan
penumbra
y un chan chan
bordoneando
algún sentido final…
V I E J O C O N D
E D A R K
Vasto
lago de sangre me rodea
Y ya me da lo mismo
Volver atrás que seguir avante
MACBETH
El conde magnífico vestido de negro leviatán
come tortilla rumana de
papas brotadas
come aceitunas
negras con hongos de la cripta
come morcilla de venado
con membrillo bebiendo su elixir:
vino con sangre de
mancebos
guaraníes
en la pared escarlata un
corazón real palpita
marcando las horas con
sus latidos
las horas de los siglos
los pliegues de los
milenios
hasta la contracción de
la materia
en espléndida energía
en tanto trata de
explicarle algo
a su nueva conquista
encendida
preparando orfebre
exquisito
su tránsito a la
inmortalidad
velas por doquier y
un fuerte
olor
a sebo y
humedad en el alma del castillo
afuera brotando de los
muros
sibilantes las
gárgolas de cristas y leyendas
cuidan a su amo de la
maligna curiosidad
de las civilizaciones
mortales
Los personajes:…
dice: lo mío
señora es alma por alma
garganta a garganta
colmillo a colmillo
ni lunas metálicas escenográficas
ni triller filosófico
ni lavado de sangre aria
ni escarnio religioso en misas
de carne y sangre
es mi señora un rito carnal
donde transfiero mi eternidad
en un acto de atracción feroz
guiado por el perfume de los glóbulos
que encienden llameantes mi paladar
es un grito de vida de mi especie
mi señora
si yo no existiera no habría mortales
y sin ellos este que está a tu lado
sería una abstracción
somos dos especies opuestas y necesarias
que deben continuar juntas
y vos mi señora amadísima elegida
sos una flor carnívora mortal
que atrae mis colmillos de seda y puñales
hacia ese cuello de carrara y vino tinto sagrado
eso si mi señora dispuesta a recorrer las eras
en este acto de amor
lejos de las crueles estacas civilizatorias
y las plebeyas cadenas de ajos
sólo vos y yo en el cofre
donde la noche es luz eterna
sólo vos y yo exquisitos
floreciendo en el rojo mar de todos los tiempos
Un conde
No puede dejar de ser
bizarro
EL DÍA Y LA NOCHE DEL PINTOR
Amanece y abre los ojos. O amanece porque abre los ojos. La mañana en su vida es como una tela en blanco. La mañana es una pregunta que va contestando, a veces, el transcurrir del día.
Amanece y es como una descarga eléctrica en el cuerpo que obliga a
erguirse. La tela en blanco obliga al pintor a buscar los pinceles y los
colores, como un revolver cargado dejarlos al alcance de las manos.
Se viene el mate poniendo un pie en el horizonte. Hay acción y hay
gallos guapeando su existencia, también relinchos y cabeceos y los pájaros se
anuncian sin solución de continuidad.
Ya está con los ojos bien abiertos mirando desde la ventana mate en
mano. El mundo circundante organiza su estética cotidiana y empieza a
funcionar. Desde la ventana presiente que todos los misterios están detrás del
horizonte. La luz en ese día pleno es restallante y oblicua.
La noche anterior había pensado en organizar este día. Lo hizo y se
durmió. Ahora, ante la ventana, ya se olvidó todo lo que había pensado. Se deja
transcurrir al ritmo y al sabor de la yerba y ese calor que baja desde la boca
y templa el cordaje de las sensaciones.
Continúa observando el horizonte: dos planos, abajo la pampa,
pastizales, algún sembradío; arriba cielo, azuloide por la invasión del sol. A
un costado de la casa el cobertizo y murmullo de caballos queriendo participar
en la exégesis de la mañana. Haciéndose notar. Buscando presencia.
Oye el ruido inconfundible de una avioneta. La ve brillante
dirigirse hacia el naciente. Pronto ve un punto contrastando con la luz solar y
ya no hay sonido. Solo luz y silencio. Ahora, demasiado silencio. Los colores
destellan y los objetos del paisaje se enardecen.
Mira. Sus ojos tratan de penetrar tanto resplandor. Todavía
demasiado para la vista de un pintor, la mañana atrapa por su prepotencia, se
dice.
Coloca el atril apenas al costado de la ventana. Ubica el bastidor
con la tela en blanco. Desparrama los pomos de colores y controla los pinceles.
Nada especial, solo un principio incierto de organización. No más.
Sabe que algo tendrá que aparecer. Eso sí, vuelve el murmullo del
motor del avión que se acerca. Pasa por arriba de su casa y se va perdiendo.
Saca el caballo del cobertizo. Lo acaricia varias veces y le otorga
libertad para pastorear. Algunos pájaros se acercan a picotear alrededor. Esto
ya es una escena. Pero, cómo sacarla de la trivialidad. Dónde estará el jugo de
esa composición. Todavía hay demasiada luz rasante, o poca idea. Ya se verá.
Vuelve a la casa. Cambia de posición el atril unos centímetros, como
para ganar tiempo. Mira por la ventana: nada. Sí, hay de todo, pero nada. Ahora
el sol está más arriba y el horizonte recupera nitidez.
Entonces, ve primero como un lomo sobre el horizonte, luego, una
columna blanquecina, apenas oblicua que fuga hacia arriba. Eso sí es una línea
de fuerza.
El avión, naranja furioso, vuelve a pasar sobre la casa. Rumbea
hacia esa desprolijidad del horizonte. Es evidente, algo pasa.
Ya no duda: hay quemazón. Siente vibrar el cuerpo. So-pesa la
dirección del viento y se aquieta. Algo apareció.
Se acerca más a la ventana. Otea cómo solo lo hacen los mamíferos,
estirando cuello y cabeza hacia delante.
Piensa la situación. Unos segundos. Mira la tela, el atril, los
colores en sus pomos y decide. Casi corre cuando va a buscar los elementos para
ensillar el caballo.
Esto no es un juego pero vale la pena, se alienta. El avión vuelve.
En el horizonte el animal blanco va creciendo. Un gigante que se levanta.
Ya amarró el atril al costado del caballo, ya cargó las alforjas con
los pomos y los pinceles, ya ató la tela sobre el anca. Talonea el flete y se
va hacia la quemazón.
Yendo al galope tarda bastante. El animal ahora es bestia blanca y
serpientes grisadas.
Precavido, se acerca lo suficiente, solo para apreciar.
Tamaño día de esplendor solar soba los colores que disfuman como no
queriendo mostrar toda la verdad. Por ahora el fuego se guarda parte de su
desproporción. Igual tira líneas a mano alzada, agitado, nervioso. Trata de
capturar a la bestia que miente, que no larga esencia, pero amenaza, promete.
De pronto el humo gira y se le viene encima. Atosigado, minúsculo,
se siente echado, castigado. Falta oxígeno y el caballo recula. Ya sabe que
está demás allí. El caballo ya giró y rumbea hacia su seguridad. Él lo deja
hacer. Galopan largo y tendido. Llegan sin aliento y el olor de la quemazón
incrustado en la garganta. El caballo se lanza al bebedero. El hacia la casa.
Se sienta ante la ventana todavía exaltado. Trata de aquietarse de
buscar algún orden. Abre la canilla y se moja la cabeza. Tose y se restriega
los ojos. Vuelve a la ventana. Su brújula interior lo obliga allí. La bestia
sigue creciendo.
La desmesura se apropió del horizonte, cuándo una línea larga y fina
de llamas se da a conocer como un tajo soberbio horizontal. Todo su universo
fuga hacia ese lugar.
Pinta sobre la tela bocetada. Pinta sin mirar más por la ventana,
sin reconocer lo alrededor. El fuego ahora brota de adentro. Solo él y la tela.
Pinta...
II
Lo sorprende la tarde. Por fin, cuando anochece, se dirige a la
ventana.
Todo cambio. No hay horizonte. Solo la bestia que decidió mostrarse
voraz en naranjas y rojos, y una negrura infinita ocupando todo lo demás.
Se deslumbra, se paraliza. No se puede mover de allí, conmovido,
apichonado. No hay miedo, sí hay reconocimiento del poder de fuego de la imagen
desatada, inabarcable, insondable en su preciosismo caótico y feroz.
Pero, esa fuerza obliga, azuza, talonea hasta la acción.
Saca del atril la tela anterior y coloca otra en blanco. Vuelve a
pintar. Pinta, no tiene cansancio. Solo pinta. Mientras la noche opera en la
realidad.
III
Ya es mediodía y abre los ojos. Da un salto y va hacia la ventana.
Cielo limpio. Horizonte nítido. Sol a plomo. No hay vestigios de humo ni de
llamas. No hay olor a quema.
Sobresaltado mira hacia el atril: allí está la tela que pintó a la
noche. A un costado, sobre una silla, la que pintó por la mañana anterior.
Presiente y se va a ensillar el flete. Parte hacia donde vio el
incendio. Al galope recorre el camino que hizo el día anterior.
Advierte el cansancio del caballo. Mide y calcula distancias.
Observa todo el cuadrante alrededor varias veces. Un escalofrío le sacude el
cuerpo. No hay vestigios del incendio.
Julio César Azzimonti

yo estoy aquí
ResponderBorrarPorque se me canta soy negro libertario
y cantor
Porque se me canta
inundo mis cuerdas de vino
pero compadre mamado jamás
mi vino se termina cuando
mi madre
me mira desde el adiós
Digamos
que es guapo hasta el olvido
de su cuerpo ensombrecido....Gracias Julio !
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