Stella Maris Torres Berdun



1952 Nace en Capital. Con cinco años su familia se radica en Grand Bourg (General Sarmiento) ciudad naciente del segundo cordón del conurbano Bonaerense. Allí dos corrientes poblacionales: extranjera y provinciana, darán  acento especial ala sociedad protagonista de grandes cambios que anticipan la crisis transicional del siglo XX al XXI. Desde joven escribe convencida del rol testimonial del  escritor con respecto a la dinámica de su tiempo.

Ya en los Talleres de Narrativa y Poesía centra su objetivo en poner al servicio de la escritura herramientas obtenidas del periodismo y la Psicología Social para allanar las dificultades en la  elaboración, comprensión  y difusión  en el trabajo  del escritor.1993 Presentación ”La casa a oscuras”, volumen de cuentos.  -Ilustr. Stella Gallero- D. de Cultura de Gral. Sarmiento.


1994- IIº premio del IVº Salón del Poema Ilustrado, poema


-Expone sobre “Humberto Rivas, vida y obra de un dramaturgo”. Biblioteca Popular de Los Polvorines Exposición “En memoria de”, poemas. Salón A. Berni Sindicato   Municipal de San Miguel, José C. Paz y Malvinas Argentinas. Premio  FUNDACIÓN “JUIZ DE FORA” ,Mina Gerais, Brasil obra “GENES", selec. poemas integrados al volumen “RELICARIO LATINO” antología de poesía latinoamericana. Presentación   “RELICARIO LATINO” EN LA XXXª FERIA DEL LIBRO DEL A. AL LECTOR, STANDDEL INSTITUTO DEL CONURBANO BONAERENSE.

   
LETRA EN VUELO


Hablaba de Nijinsky

Y la mirada

Volaba por alturas

Incognoscibles, albas.

Refulgía de chispas

Admirativas, cautas.

Contaba de Nijinsky.

Toda su voz tomaba

la tonalidad ambigua

celeste de la danza.


Escribía de ese Nijinsky

atroz, sin par, y él resucitaba...

Total áurea figura

Mordaz, angélica, pagana.

Soñaba con Nijinsky

Y, como aquel, dejaba

huella en la nieve, voraz, profunda,


por la que regresaba,

sobre pasos de sangre,

en cada madrugada.



EL ÁRBOL Y LA HOJA

Caminar el viento; ser la tierra;

Ceniza lóbrega y oscuridad febril.

Desandar el desierto, verlo sin

Pedir al horizonte su clemencia.

En medio del fragor de la tormenta

Por qué el árbol la sacudió de sí?

En los giros del aire golpear y percutir

Mil veces contra la roca muerta

Incólume aquel no lo lamenta

Es tan poco, a la hora de medir,

El valor de una hoja más...Allí

mira, sin ver, una hoja seca

No prende, fructifica ni cuenta.

No pesa al momento de partir.

No deja huella ni puede competir

Con el hipócrita follaje del sistema

Ni siquiera sabiendo que aún sustenta

del árbol, tan lejano, la savia al existir

y que todos los paisajes por vivir

nítida albergarán su patriarcal silueta




ANTIGUA BIBLIOTECA


Cuánta palabra presa entre las tapas.

Ajado color de ocres vespertinos...

Cuántas ideas que han marcado etapas;

Muestra de humana historia y de su sino.

Te miro irguiendo tu figura magna.


Aún, pese a la apariencia  has investido


de augusta dignidad y de templanza

tus volúmenes que acatan su destino.


Como silentes pájaros, palabras

aleteantes aguardan que el olvido

se disuelva en ese pulso que arranca


Del ayer aquel verso y lo hace trino

Presente para quien, leyéndote hoy, ama

aquella saeta lanzada hace ya siglos




GENE


Respiran mi presente. En eco denso creces


muchedumbre, oscura y sin carteles.


Ahogas, desllorando, ese silencio antiguo tan cansado


de los que perdieron su nombre


apacentando olvidos. Todo aire se duele.


Dolor almacenado por viscerales silos. Los miro. Nada dicen. Me miran


Desde mi cobardía, la bronca, diluye sudor frío.


No quiero estar estática, aterrada. Una mano surgente aferrará la mía.


Ni argumenta ni cae; ni improperia ni grita.


No miente. No reprocha. No inventa. No cesa ni se altera ni cede.


Hiende el todo con su dolor latente y escinde el universo.


Entre sombras,  este lugar vacío resplandece .


 El pulso ya no más agitado. Todo miedo se aquieta.


Hueco memorado que iniciaron mis genes.


Desnuda, anudada, enmudecida, tiene mi mano las historias de exilio.


 Consecuente miseria de los tallos ,de a cientos, cortados


Injusticia. Exterminio. Holocausto horadando de hambre el fin de siglo


y la atroz paradoja  universal de derechos humanos


que no alcanzan a devolver el brillo a los ojos de una infancia en exterminio.


Toda esta muchedumbre se arracima en mi instinto


y pregunta. Con esa voz de aldaba, mordida  de antiquísimo grito,


pregunta , morosa , dolida, quedamente ¿Qué hicimos?.


                       

ESENCIAL


Tal vez si fuese hierba o junco


Entendería


El ser atravesada por el paso


Del aire o del agua.


Tendría la fibra acostumbrada


A ser vulnerable;


perpetuamente extraña


a cuanto quiero ser.


A no quedar camalote.


A no ser álamo


A no poder nadar,


todo se hunde.


A no poder volar


pues pesa el barro.


A no sostenerme por endeble.


A no ser sostenida por


Carecer de tallo.




INTENTOS


Quiso ser ladrillo de la torre;


tramo abierto del camino.


Una gota de cauce.


Media nota de grillo.


Fragmento del engarce.


Un trazo de Mattisse,


relámpago breve y azulado.


Mensaje impreciso, falaz, distorsionado


Fue escombro en el desplome


del portal derrumbado.


Grieta terrosa del atajo.


Salpicadura hedienta


desde el alud de barro.


Decibel de grito nunca oído.


Esteca en el cemento.


Fracción de frase rota.


Tinta invisible en la vereda.


Verano de tormenta


que ni agrada ni ofusca.


Mancha que se deslíe, indefinida,


después de una mal suma


de tonos saturados.


La niebla del presente


le ha concedido todo


lo que es dable al humano.





MIRARSE


Me miro al espejo y adivino

que, tras la visión casi he nacido;


bañada la mirada en álgidos paisajes.


Una apariencia nueva, acerada, pulida;


un tanto opaca en la mirada


que ha estrenado los propios muertos


y sabe, amargamente, que sobrevive


con mayoría de canas como descuento


de ese gesto azorado donde se enquistó


la absurda adolescencia




ELIO


 ( cuya poesía sangra pueblo)


Caminas por Perón, Elio Gerardi,


Hacia abajo; derecho en dirección y recorrido.


Los hombros de no soy; manos reflexionando en los bolsillos.


Las vidrieras ignoran tu reflejo. Las galerías aturden sonidos


para enmudecer tu paso. Pero caminas por Perón,


Insoslayable como el cachetazo.


Irrenunciable como el amor.


Irrebatible  como la verdad gastada en tus zapato


de presente continuo y permanente. Estás tan lejos


de cuanto el circo vende que dolés en la tarde.


Porque no hay dos formas de pelea legítima.


Te abraza, terco, el aire. Solitario y reflexo.


Exacto nexo entre la baldosa, despintada de nadie,


y el pibe que mastica puteadas


para escapar del hambre.


Temor irracional del “Plaza”  y su manada hipocriforme .Amenazan raíces tus poesías


Y en tus ojos hay conatos, a raudales,


 de verdadera vida.




SOLOS


Que solos quedaron

los jazmines


Qué solos


Como sueños sin sol.


Hasta el lucero


A las once de la noche,


Con su sobria línea,


Su blancor perenne.


Qué solos...


Los jazmines.


El dos de noviembre.





 SABER


Si yo supiese


El secreto de la rosa


Y su perpetuidad adormecida.


Si entendiese


el norte y la mañana


sin esa penumbra dolorida.


Si creyese


En una invencible madrugada


Con lunas que no duelan


                                   /ateridas.


Aún así


No vencería la tristeza


de la última palabra


cuando ha sido dicha.


Del último gesto


Cuando tiene la aguda


                        /certeza


de ser la despedida.




 AUTOR TRAS BAMBALINA


Quien  sabe, tal vez aún el tiempo nos conceda un milagro


de esos que se extrañan tanto en estos días;


de esos que ocurrían hace tanto.


Tal vez nos encontremos, camino de algún otro verano,


mirando absortos las ramas con flores. Las flores que envolvían


Al Jacaranda, ácuo silencio celeste y el paraíso claro.


Quizá el ceibo retome la palabra con roja impertinente algarabía


en puja con el jazmín del cabo. Tanto color alborotando el cielo


como los pájaros del álamo que pueblan de metáforas su alma.


El autor tiene la mirada perdida, Córdoba hormiguea en recuerdos lejanos.


Por ahí, quien le dice...Aun estemos entonces y tranquilos  riamos


de esto banal que pasa y lo caratulemos de gruesa tontería


-Borges tartamudea su aprobación de arcano.


 Sabe bien que esto no es cierto;  continuaremos cuasi-filosofando


a la magra luz de tres o cuatro velas  cuya llama refulge , chisporrotea, vibra y oculta ,tras medio pan, el invierno espartano.


Allí , en ese momento, será cuando sintamos


 que la vida es la taza de te en la mano tibia


y la pregunta que lleva hasta el mismo pasado.


 El mundo será apenas un invento de un escritor, vacuo y profano,


al que leemos –en el fondo de casa-(en el semi equilibrio de la vetusta silla)


y en la letra que surge cuando ambos callamos.


A que mentir. Los dos conocemos. Lo seguro será que venga a diario.


Sonreirá fumándose la pausa que Sigfrido, su gato, transformará en caricia.


 Después, la madrugada, hará un relato.




ECOS DE INVERTANGO


Podría haber dicho “es una noche más”.


Haber sentido la alquimia de la lluvia


y el rito de quitarse el disfraz.


Podría culpar a los sentidos


y escudarme en la soledad.


Pero hiciste trampa, Piazzolla...Ese rezongo


escarbando las huellas de mi misma


¡ Ay, bandoneón arisco e impiadoso! Cálido y denso...


Tiene la voz de tus ojos


dando una versión libre, de mi,


de la que no me enteraba.


Nota a nota rasgamos la ciudad


hacia la confluencia del hoy y del nosotros.


La agenda, el documento  y el intento


han quedado a un costado del ayer y el olvido.


El invierno se disuelve en asombro.


Un castaño reflejo resquebraja


Lo que resta del miedo.




  MADRUGADA


Madrugada sin nombre...

Madrugada...


Lugar sin atenuantes.


Dolor de la memoria.


Evidencia del después;


declaración del antes.


Espacio excelso del pronombre


y de la nada.


Tiranía impiadosa del cuadrante;


Muda canción estoica



A los primigenios de Pintura Grossa


Tan  grosos, tan ellos…


Tan "díscolos" y humanos


Tan  benditamente artistas


y, en  el color, hermanos...


Hay una mesa de café en el cielo


de donde, seguro, saldrán truenos y rayos


 por temas   hace mucho  olvidados


Lloverá la risa  en  un  llover  sereno  y manso


En cada atardecer debatirán, con Virgilio y Alfredo

que color agregarle al ocaso




Para Alfredo Espampinato; Fedorio Kowal; Virgilio Molina y José Ricardo Fernández

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