Hace 19 años que colecciono mitos, babas de perros y egosfluídos y que mi nombre verdadero es Florencia Flores
Un
pedazo de realidad sublimada,
una cuarta pared que se rompe en dos
y que despliega una entrada para más extraños.
Una
porción de realidad a velocidad increíble:
a
través de las ventanas sólo veo oscuridad
y un aire subterráneo me despeina.
¿Quiénes
son todas estas personas compartiendo
mi
pedazo de realidad pasajera?
Un
viejo ojos-azules bizcos se
babea
mirando la luz del techo,
sonríe
como una polilla que va a caer machucada
al
piso, contribuyendo a la costra de mugre .
Un
fisura en Lavalle con una bolsita,
la
misma bolsita de los pibitos-Retiro jalando miseria,
un
vago recuerdo del que vende porquerías
adelante de un conteiner podrido de basura
para no perder la sensación de estar en casa.
Una
gorda con la cara grasosa y brillante
se rasca
la cabeza y lleva la misma mano a su boca,
se manda un piojo, lo mastica suavemente:
proteína
pura.
Un
zumbido insoportable: el telón está por abrirse,
la
realidad se rompe en dos:
Retiro,
una voz artificial dice que estamos en Retiro,
quilombo-hormigas-calambre.
Mientras
las ventanas se acercan a la luz de la
estación,
a la vieja que duerme con su lengua
epiléptica
afuera, yo pienso
en
qué estará haciendo el resto del mundo ahora,
¿Cuántas dimensiones abarcamos diariamente?
¿Cómo
saber que esto es real y terrenal?
¿Esto
no es un sueño? ¿La realidad es así de vomitiva?
Un olor
a ciudad me golpea la cara,
los
flâneurs y la mierda se pasean en Audis,
entre las luces fugaces, entre los muros de
concreto,
esquivando
la miseria.
Las
campanadas de una iglesia que ignoro me detienen,
la
dimensión se desublima (manos-sudor,
los
pies en la calle, vaho-alcantarilla, vómito-noche)
imposible
desarticulación de la rutina,
de
la realidad de cuatro paredes opresivas o un vagón,
la
realidad no soporta el arte poética.