Si me remito a la partida de nacimiento soy
del 25 de mayo de 1956. Pero en realidad
para esa fecha ya tenía dos años y tres meses
y estaba a punto de habitar la segunda casa, la
que para mí es “la casa”, de la que tengo los
más hermosos recuerdos.
Nací el 26 de febrero de 1954, y por el olvido
de un juez, fui anotado dos años más tarde.
Viví una niñez sin sobresaltos, sin televisión
ni radio, pero con río, caballos, selva, los
juegos con mis hermanos y primos, las visitas
a las casas de los tíos o abuelos por la noche,
alumbrando el camino con la linterna de
cuatro elementos, “pilas”, a veces montado
sobre los hombros de papá.
El río, con su cauce sinuoso, atravesaba el
pueblo uniendo, en su recorrido, la casa de
mi abuela materna, Cesarina, nuestra casa, a
ochocientos o mil metros, y la de mis abuelos
paternos, Francisco Quintana y María Arce,
a una distancia similar. Hoy me pongo a
pensar y me doy cuenta que las tres formaban
un triángulo y se encontraban en extremos
opuestos, lo que las convertía, a cualquiera
de ellas, en la última o la primera de aquel
pueblo… o caserío, para no ser pretencioso,
de un rincón perdido de la última de nuestras
provincias, Formosa, llamado nada menos
que con el nombre de Estanislao del Campo.
.
.Prólogo del libro de Lucas Quintana A QUIÉN LE QUEPA EL SAYO
Lucas fija la mirada en su cuaderno y el
brillo de sus ojos, emite un sentido altivo, en
alguno de sus tantos cuadernos de décadas de
escritos, apuntes, poemas, relatos...Y con la
voz quebrada en cada lectura, antes del final,
transmite su sentir vívido, contextual-social
de no poder mirar para otro lado... cuando
la realidad y la historia componen desde sus
palabras el compromiso con el otro.
Llegar a la estación de villa de mayo... bandera
en mástil aún en día gris, es saber que la poesía
flamea y conduce a la palabra de la gente
como este escritor, su familia, los vecinos... y
su trabajo, carpintero ebanista. Un honor, en
estos tiempos, encontrarnos con manuscritos
pincelas del saber estar y construir desde
la palabra, ya en este libro Obra de autor,
: ritmo,
sonoridad, exquisita maqueta de instantes
que podrían ser cantados por su don de rimas,
música y alma dicente en cada verso, en cada
estrofa.
“Sólo unas balas gasté” dice en su poema El
túnel, desde la pacífica, sacrificada tolerancia
del ciudadano en su pulso al papel, que con y
a pesar de las injusticias todas, logra plasmar y
dejar legado de su interpretación y conjugación
entre tiempo finito, relojes de un país a modo
de pueblo, testigo y protagonista firme y con
las heridas que la voz genuina traduce y las
pupilar, tinta de lágrimas emisoras a sabiendas
de un devenir.
De su poema Libertad nos convoca y da
acceso a estas páginas, de nortes poderes
y sures “dignidad” en que Lucas Ramón
Quintana, con su sencillez , exquisita sensible
pluma, invita a al lector jugarse como lo hace
e hizo él, y aguardamos su nuevo libro Obra
narrativa... en tanto ya podemos recrear y disfrutar
este sueño del autor, que tenemos en mano o A QUIÉN
LE QUEPA EL SAYO.
.
Manos
No quiero a esas manos
que empujan bastones
contra los que piden
pan trabajo y techo
y sólo reciben golpes
y silencio
No quiero esas manos
que toman las manos
y toman los pies
y apilan los cuerpos
de a 2 o de a 10
y a veces de a 100
no quiero a las manos
que fundan acero
que hacen cañones
balas o morteros
yo quiero a las manos
que un de la reja
siembra la semilla
quita la maleza
yo quiero a las manos
que acunan la vida
que amasan el pan
y dan las caricias
la que cura heridas
y cose botones
no la que libera
iones y protones.
Libertad
Aunque un día me dejen
a un lado tirada
y aplasten mi cuerpo
con armas pesadas
Aunque un día me borren
de todos los libros
y sea mi nombre
prohibida palabra
Yo estaré vigente
aun en la nada
Viviré escondida
en las buenas almas
Como el sol que duerme
tras el horizonte
y vuelve con fuerzas
al llegar el alba
Estaré en los gestos
Y en cada mirada
Aunque el miedo cunda
no seré olvidada
Aunque maten a todos
los hombres del mundo
Quedare esperando
Flotando en el aire

Y estaré de nuevo
metida en la sangre
y en cada palabra
del niño que nace
Porque soy el pan
Y también la vida
Porque soy la lucha
por las causas justas
Tratan de acallarme
truncándolo todo
Aun, el pensamiento
Mil veces me matan
Mil veces regreso
SOY LA LIBERTAD
Solo a ti me debo
Nonogasta es acá
No tengo ninguna duda
vivimos en Nonogasta
les pegan a los maestros
el gobierno los destrata.
Tampoco planes sociales
ni construye humildes casas
si no deja buena renta
el gobierno ¡No! no gasta.
Desprotegen a los viejos
son verdaderas ratas,
en remedios y descuentos
el ministro ¡No! no gasta.
Y los discapacitados
¿No producen?¿No trabajan?
Quitémosle las pensiones
para balancear las arcas
del pueblo de ¡No! nogasta.
Ladrones de guantes blancos
invaden nuestra gran casa
y en perseguirse a sí mismo
el gobierno ¡No! no gasta.
Abuelo
Andando con paso cansino
mirando por encima
como quien lo sabe todo
y ya no necesita verlo
de otro modo.
A veces se lo ve hablando solo,
o con Dios quizá.
Sabe tanto que tal vez aprendió eso,
a hablar con él sin esconderlo.
Lo veo pasar muchas veces
cargando cosas que encuentra sin buscar,
¡Abuelo! Pienso al verlo
¿Cómo es posible que a esa edad?
Quisiera preguntarle tantas cosas
y el coraje que tengo no me alcanza
siento miedo de mostrarle mi ignorancia,
sé que debo darte pena
y es por eso que me duele tu mirada.
¡Abuelo! En esos enormes bultos
que cargas sobre tus hombros
yo no veo lo que son.
Bolsas, cartones, latas y a veces leña,
representan para mí, desengaño, penas,
olvido y esperanza.
Tú los llevas como Cristo en los hombros
y algunos como yo, los llevamos